El enigma del tubo atorado

A fines de los años 80, en una refinería de petróleo ubicada en Lima, ocurrió un problema monumental: un atoro en una de las líneas de transporte de crudo pesado. No se trataba de una simple tubería de patio trasero, sino de una maraña de cientos de metros de líneas ocultas bajo estructuras, pasarelas y recovecos industriales. La densidad del crudo hacía imposible su desplazamiento, y nadie podía ubicar la zona exacta del taponamiento. Sin escáneres, sin sensores distribuidos ni instrumentos digitales, la única certeza era el problema. Ante la impotencia colectiva, se tomó una decisión audaz: contratar a un especialista de una refinería de Texas, EE. UU. No faltó quien, con escepticismo práctico, se preguntara si en lugar de un ingeniero vendría un médium del petróleo. Cuando se confirmó su llegada, en la planta comenzaron las especulaciones. Se hablaba de sensores sónicos, microondas, radares industriales; ¿traería algún dispositivo secreto de la NASA adaptado al crudo? ¿Acaso...