El ahorrativo
Eran los noventa y la empresa donde trabajaba iba a renovar uno de sus vehículos: una camioneta Nissan pick up, ya había cumplido su tiempo de depreciación de manera que se organizó una subasta sin siquiera poner precio base. Consistía que todos los empleados de la firma podíamos ofrecer un monto en un sobre cerrado hasta una fecha límite, pasado esto se abrirían y el monto máximo se adjudicaba el bien. Pero ¿sería rentable poner algo por ella? Todos estaban en la duda y quién más la manejaba, la llevaba a sus mantenimientos y sabía de mecánica automotriz era Manuel. Manuel tenía fama de ahorrativo al igual que yo. Siempre nos bromeábamos que él era el presidente del club de duros y yo el vicepresidente. En cuanto alguien daba alguna muestra de ahorratividad de inmediato le decía que le iba a alcanzar la ficha de inscripción al club, previo pago por derecho de admisión, el cual nunca era amortizado porque el susodicho en cuestión era más duro que los miembros de nuestra honorable soc