La secuencia musical

 


En el Trujillo de la primera mitad de los 80s, para los que teníamos teléfono era una maravilla: tarifa plana. De manera que podía conversar horas y horas con los amigos de Colegio.  Pero un día se me llenó el alma de misterio cuando una chica llamó y preguntó por mí.

–No sabes quien soy, solo te puedo decir que soy hermana de uno de tus compañeros del colegio.

–A ver, a ver… –empecé a nombrar a todos los compañeros que recordaba tenían hermana, a algunas las conocía, de manera que podía ir descartando.

Ella se mataba de risa envuelta en el misterio. Me presentó a su amiga y de ella si me podía dar el nombre: Patricia.

Sus llamadas me resultaban gratas. Y de su amiga más, tal es así que con ella prolongábamos la conversación por la noche.

En aquella época no había identificador de llamadas así que era imposible hallarla como se haría hoy. Pasaron los meses y me percaté de un detalle: de fondo se escuchaba siempre la misma secuencia de canciones: empezaba con “La canción incompleta” de Greg Kihn band, seguía “Lanza perfumes” de Rita Lee, “Mi niña veneno” de Ritchie y “Baila Conmigo” nuevamente de Rita Lee. Tantas veces la había escuchado como telón de fondo que podía deducir que la casa donde estaban no era la de Patricia, pues en las conversaciones nocturnas con ella el fondo era distinto.

Cosas de la vida, conversando con un amigo que se sentaba cerca de mí carpeta, me preguntó si sabía jugar ajedrez, le dije que sí. Como me desplazaba muy cómodo por todo Trujillo en bicicleta quedé en visitarlo aquella tarde a golpe de 4 para una partida.

Su casa era muy acogedora. Nos sentamos en la sala y él me pregunta:

–¿Te gusta jugar en silencio o puedo poner algo de música?

–No tengo problema. Pon música…

La puso. Pulsó el “play” de la cassetera de su equipo de sonido y arrancó con “La canción incompleta”. Sería mucha casualidad que siga “Lanza perfumes”–pensé. Y siguió la secuencia. Después de perder la partida le dije:

–¿Estará tu hermana?

–¿La conoces?

–Creo que sí –le conté la historia.

Cuando la llamó la saludé como un viejo amigo.

–¿Cómo me descubriste?

–Por la secuencia. Ahora por favor, dame el número y nombre completo de Patricia.

Me lo dio y fuimos felices un tiempo corto, lamentablemente me fui a vivir a Lima, se me partió el corazón y las cartas no eran iguales que las conversaciones, llamadas a larga distancia eran económicamente imposibles, lamentablemente perdí las cartas en una mudanza (me las perdieron o botaron mejor dicho) cómo quisiera saber de qué hablábamos tanto y qué tanto nos escribíamos hasta que se diluyó todo por el espacio tiempo de la historia.

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