Los faites octogenarios

 

Mi padre creció desde finales de los 50 hasta mediados de la década del 60 en el distrito de La Victoria en Lima, en el barrio de El Porvenir, cuenta que para poder sobrevivir en ese ambiente tenía que pelearse continuamente. Todo empezó cuando iba a comprar a la tienda y sufría constantes arrebatos de niños más grandes. Así, con la asesoría y entrenamiento de mi abuelo Pío fue ganándose un lugar de respeto en el barrio a punta de golpes y partidos de fútbol llegando hasta a ganar el famoso torneo de fulbito llamado el “Mundialito”.

Ahora con sus más de 80 años suele sentarse a conversar en una banca en el parque Julio C. Tello en la urbanización San Roque donde tiene su mancha de entrañables amigos a los que clasifica en base a su edad sub 60, 70, 80 y 90 años. Al grupo le denominan “El club de los pájaros caídos”. 

La tranquilidad del club se interrumpió cuando de un momento a otro aparecieron en el parque un grupo de retirados de la Fuerza Aérea del Perú, entre ellos un –según mi papá– belicoso octogenario al cual en el club le denominan de cariño “viejito de mierda”. Quizá sea por la necesidad de llenarse de vida recordando viejos tiempos, pero el belicoso le buscó bronca a mi papá. Lo retó. Cuando fui de visita mi papá me contó los detalles previos a la gran pelea:

 –Pienso que será una bronca en cámara lenta, el viejito de mierda no sabe con quién se está metiendo, con un derechazo lo siento y listo.

Me quedé con la expectativa de cómo iba a terminar eso, cuando volví una semana después al caminar por la calle la gente se cruzaba con nosotros y le decían a mi papá medio en broma, medio en serio que era un abusivo.

–¿Cuál abusivo? Si él comenzó. ¡Él fue el que me retó!

–Pero cómo fue la bronca, cuenta pues papá.

–No sé si llamarle bronca a eso, la cosa es que nos cuadramos mismo box, la verdad me daba pena el viejito, aunque es un par de años menor que yo, está matadito, la vida no lo ha tratado bien, y a esta edad un año es un montón, Así que me dije “voy a hacer un amago nomás para ver como muestra su guardia” noté que se cuadraba hasta las huevas, seguramente el fuerte de ellos es pilotear aviones porque lo básico para pelear es no ponerse frontal sino de perfil para disminuir el área de impacto, era notorio que el viejito no sabe pelear, seguro que era puro avión.

–Claro, como los boxeadores de perfil.

–Al momento que hice la finta con la derecha el viejito de mierda retrocedió, se tropezó con el sardinel y cayó al jardín, como no podía pararse, me acerqué y le ofrecí la mano para levantarlo, el huevón trató de jalarme para que también me caiga, así que lo solté, volvió a caer en el Grass, vinieron sus patas a levantarlo diciendo que yo era un abusivo. Así terminó todo, ahora ya no buscan bronca.

El viejito belicoso desapareció un par de semanas, ya volvió al parque un poquito más calmado. No sabemos si pedirá alguna vez la revancha.    

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