Trabajando para Papá Noel
A veces se
confunde a los que gastamos solo lo que tenemos como tacaños o devotos de la
virgen del puño. Popularmente se dice que hay un precepto hermético que
manifiesta que lo semejante atrae lo semejante, esto puede haber ocurrido
cuando hice sociedad con mi tocayo a quien conocí trabajando en una empresa
industrial. El negocio exigía uno que otro viaje al extranjero: primero al
Ecuador y posterior a Chile.
Haciendo un
balance de gastos en el viaje a tierras ecuatorianas, mi tocayo dedujo en base
a cálculos que, para el siguiente viaje a Santiago de Chile, podíamos hacer
unos ajustes al presupuesto y llegar a menor costo. Cuando me presentó su plan
no pude estar más de acuerdo. Obviamente viajamos por tierra pues disponíamos
de tiempo, nos proveímos para el viaje de Lima a Tacna con gran cantidad de
fruta, comimos hasta hartarnos y no gastamos prácticamente nada adicional en el
viaje, digo prácticamente debido a un mínimo gasto en alquiler de baños en el
terminal de Tacna puesto que la fruta pone en buen funcionamiento el sistema
digestivo. Ya en Chile, donde no se permite pasar fruta de un país a otro,
conseguimos un bus de Arica a Santiago con todo incluido y todavía paraba en
cada ciudad de manera que íbamos conociendo. Al llegar a Santiago, el balance
era tan positivo que creo quedándome en Lima hubiese gastado más dinero.
Visitamos comerciantes en Santiago haciendo contactos para nuestros productos,
comimos menús a bajo costo y bebimos su cerveza que me pareció riquísima por su
bajo precio.
Todo estaba de
acuerdo a los cálculos de mi tocayo, incluso se superaban las expectativas
(había un tipo cambiario a nuestro favor al pasar a pesos chilenos no
contemplado), a tal punto que dimos nuestras vueltas a Valparaíso y Viña del
Mar incluyendo entrar a la Quinta Vergara donde se hace el festival de Viña
pues el cuidador del local nos permitió entrar y ver al “monstruo” vacío. Todo
iba bien hasta que en Santiago me afloró una gran idea: comer en el mercado.
Aquí en Perú en los mercados encuentras comida rica a bajo costo, ¿por qué en
Chile sería la excepción?
Preguntamos a un
carabinero cómo llegar desde la Moneda hasta el mercado central y este no solo
nos orientó, sino que nos hizo el comentario: “qué bien que vayan para allá,
van a comer rico”. Llegamos al mercado central, identificamos los restaurantes
y vimos un tipo con pinta de bonachón de barba blanca al cual enchapamos de
inmediato como Papá Noel, o en usos chilenos el Viejito pascuero. Papá Noel fue
muy amable, que en realidad se llamaba don Augusto, nos preguntó de qué país
veníamos, nos dijo que la comida que él preparaba era justamente peruana y nos
acomodó en una mesa. Comimos de lo mejor –valgan verdades–, pero empezamos a
entrar en pánico cuando en las paredes del restaurante habían escritos de comensales
famosos: Julio Iglesias, José Luis Rodriguez “el puma”, Bam bam Zamorano, entre
otros, fotos de papá Noel o don Augusto con aquellos. Cuando llegó la cuenta acompañada
con un jubiloso agradecimiento de papá Noel, cómo nos dolió que no sea solo una
pesadilla, la cuenta echaba por tierra todo nuestro trabajo de conservación de
capital. Pagamos y el silencio nos acompañó el resto del día. Papá Noel, el
viejito Pascuero, se llevó honestamente nuestro hasta ese momento bien cuidado
ahorro. Sin querer trabajamos para él.
Comentarios