El Intuitivo Huachimán


Hoy no amaneció bien el día cuando después del saludo protocolar de "Buenos días" mi señora análogamente a un remate futbolístico en primera y a boca de jarro me dijo "hay que pagar la matrícula del colegio". Sé que tengo herramientas aprendidas en El Arte de Vivir como para desviar el remate (meditación, respiración, y un gran etc), pero es que a veces uno mira sus bolsillos y se dice ¿y ahora que hago? Pues vender más, ver las cuentas por cobrar, hacer algunas llamadas, pero vamos que es difícil manejarlo teniendo cual espada de Damocles el pensamiento de la cuenta martillando. Ayer estuve promocionando un nuevo producto: "Suavizante para ropa" dejé muestras en algunas lavanderías y hoy algunas me dieron el resultado positivo. Allí fui ganando moral para seguir el día, visité algunas amigas de mi señora llevando muestras y hablando de las bondades y de lo ahorrativo de mi nuevo producto teniendo buena recepción y consecuentte venta, la cosa fue tomando forma.
Pero hubo otro detalle para la matrícula, recoger en la RENIEC el documento de identidad de mi hijo. Así que como yendo a mi proveedor de productos químicos pasé por la RENIEC. No llevé el auto tanto para no gastar en combustible como para leer en el microbús u observar el movimiento comercial de la zonas recorridas a fin de encontrar alguna necesidad que satisfacer en forma de negocio.
Debo reconocer que en cuestión de pensamientos estaba súper mundano, materialista y sin ápice de ideas divinas o cercanas a la fe en algo o alguien superior. Pero al llegar a la RENIEC me acerco a pedir información a un tipo de uniforme encargado de la vigilancia sin ser policía que aqui en Perú llamamos "Huachimán ó guachimán". Este me dijo:
-tiene que hacer una pequeña cola aqui.- Yo mismo empezaba la cola ante la ausencia de gente posterior y la cosa pintaba bien. El huachimán me mira y respetuosamente, medio sonriente me dijo:
-¿Por casualidad es usted ingeniero?
- Sí- le contesté sorprendido- ¿usted a trabajado en Papelera Atlas, Süd Chemie...? ¿De dónde me conoce?
- No, lo que pasa es que yo tengo una especie de don y nunca me equivoco con las profesiones de las gentes.
- Caramba, ¡como aprovechar mejor ese don!!!
- Bueno en este trabajo de vigilancia es ideal pues puedo identificar así a un choro. (En Perú choro se les dice a los ladrones)
Y me contó la historia cuando de buenas a primeras se acercó a un compañero de trabajo recien llegado diciéndole de frente que deje de ser choro, que si lo encontraban lo metian preso y después no encontraría trabajo ni de vigilante. Su compañero lo miró con sorpresa pero antes que diga algo él le explicó que tenía el don de saber las actividades de la gente y que no lo podría engañar. Esto provocó un cambio en el tipo y a parte de vigilante se dedicó al comercio incluso con el tiempo lo encontró en un mercado vendiendo feliz juguetes y pudo "leer" que el hombre había cambiado no solo externamente sino que internamente a la profesión de vendedor.
Me alejé de la RENIEC con la sensación que hay algo más allá de los sentidos conocidos. Después de hacer el trámite rapidísimo, me alejé con otro ánimo más metafísico, más de esperanza, más de fe en algo superior. Casi flotando en mis pensamientos de felicidad escuché una voz:
- Hasta luego ingeniero...
- Hasta luego profesor...- y dejé sonriendo a este intuitivo huachimán.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Jorge, tienes que escribirte una novela negra con un detective privado que vive en Ventanilla. El comienzo me ha parecido buenísimo. Saludos desde Colonia. HjV
esteban lob ha dicho que…
Hola Jorge:
Sencillamente asombroso.


Un abrazo.
Gabriela Palomino ha dicho que…
Ja! Concuerdo con la idea de la novela negra...
Jorge Atarama ha dicho que…
Esteban: Que bueno que estés de vuelta.
Gabriela: También después de tantas lunas, haremos lo de la novela negra que menciona Jorge. Un gran abrazo.

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