Tres historias felinas
Napoleón III Corría el año 1986 y por costumbre los muchachos de la cuadra solíamos conversar en la reja fuera de casa en la urb. Salamanca en Ate, en medio de la tertulia apareció un gatito extremadamente flaco, de color blanco, empezó a maullarnos y entre los amigos estaba Nano, un estudiante de medicina veterinaria, al verlo diagnosticó: –Pobrecito, está en un grado extremo de desnutrición, un mes más y se muere. –Un momentito ¿y si le doy de comer? –Igual, mira cómo se le ven las vértebras, así le des de comer, es irreversible. Entonces entré a casa y le comenté a mi papá la situación, proponiéndole que ya que le queda un mes ¿por qué no hacer que ese mes coma bien? Yo no estaba en condiciones económicas como para poder financiar el proyecto, pero mi papá sí. –Está bien, pero tenlo solo en el patio de afuera. Le dimos leche (en aquella época no se sabía que el 80% de gatos son intolerantes a la lactosa, tampoco el pobre gatito estaba para exquisiteces), le pusimos a solicitud ...