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Mostrando entradas de junio, 2021

Matrimonio Huanca

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  Aunque todos saben que tengo fama de agarrado —perdón, de economista emocional—, aquel día me dejé llevar por el afecto. El novio era buen tipo, así que decidí romper la chanchita y, en un acto de generosidad rayano en el despilfarro, me fui al Mercado Central y adquirí una caja de copas de cristal finísimo, procedente de la lejana y prestigiosa provincia china de Jiangsu… o al menos eso aseguraba el vendedor, con la solemnidad de quien está cerrando un tratado comercial. Pero no bastaba con que el contenido fuera valioso: tenía que parecerlo. Así que lo llevé a envolver profesionalmente. Papel brillante, cinta dorada, y una tarjeta manuscrita que decía “Con cariño” en letra tan fina que parecía haber sido escrita por Confucio con plumón dorado. La boda sería en la “incontrastable” ciudad de Huancayo. Y claro, poner mi obsequio en la bodega de un bus —aunque sea VIP y venga con asiento reclinable y mate de coca— me parecía una herejía logística. Así que fui en mi auto, con la caj...

La oración de los pingüinos

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  Eran mediados de los 90s y me disponía a ir de paseo con Úrsula rumbo a Huamanga, Ayacucho. Fuimos a un terminal de la Av. Grau y al subir al bus, me impresionó ver 8 pingüinos sentados cómodamente en el bus. De inmediato recordé la primera vez que vi un pingüino, tendría 7 u 8 años íbamos en auto con mi tío Pelo manejando a recoger del trabajo a mi abuelo, cuando mi tío dice: –¡Mira sobrino! ¡Un pingüino! –de inmediato vuelvo la vista hacia donde miraba mi tío y no había ningún pingüino. –Tío, ¡no veo ningún pingüino! Y mi tío estalló en risas. –Sobrino ¿no la ves? –¿Qué? ¿Todavía sabes que es hembra? –me esforzaba por querer verla. –¡Es la monjita sobrino!, a las monjitas les decimos pingüinos. Y todo cobró sentido. También me reí. A partir de allí me acostumbré a llamarles de cariño pingüinos a las monjitas. Volviendo a nuestro viaje a Huamanga, había 8 pingüinos –monjitas–, cómodamente sentadas en el bus. El viaje transcurría normal, durmiendo toda la noch...

El gambeteador de los trebejos

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  Tener un hermano 7 años mayor debe ser un poco torturante, pues a la luz de la experiencia siempre el ser humano aprovecha las ventajas en especial cuando se trata de juegos. Recuerdo que observé un partido de la Copa América 1979 entre Perú y Chile, donde el trámite del partido lo llevaba Perú con buen dominio, con la selección chilena a la defensiva, pero los goles los metía Chile con la exquisita ubicación y técnica de su goleador Carlos Caszely. Comprendí que en el fútbol no había una correlación entre esfuerzo y triunfo, o si la había no era por correr más o dominar más sino por una buena táctica. Decidí afianzar este conocimiento. En el patio de la casa pusimos dos sillas de madera en los extremos de manera que eran los arcos. Quedamos en jugar 20 minutos cronometrados con un reloj despertador –tecnología de finales de los 70s–. Apliqué la táctica chilena, cubrí tácticamente mi arco-silla y solo atinaba a tratar de quitar la pelota y despejarla donde sea. Mi hermano...

El secreto del gol tempranero

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  Mi papá fue un tremendo jugador de fulbito hasta su retiro alrededor de los 50 años. De lo mejor que he visto, mágico con el balón. Jugó en uno de los campeonatos más emblemáticos que hay en el Perú que es el mundialito del Porvenir cuya final se juega todos los años los primero de mayo en la avenida Parinacochas en el distrito de La Victoria, saliendo campeón el año 1962 con su equipo el Sacachispas-Bolognesi. Este campeonato tiene una particularidad, en caso de empatar en goles, se contabiliza, tiros de esquina y laterales. Justamente estando empatados en todo y mi papá con el balón, el entrenador le grita que consiga un tiro de esquina, así, logro hacerle rebotar el balón a un rival y generar el tiro de esquina y el ansiado campeonato. Le tomaron fotos y salió en la revista O cruzeiro de Brasil, un agente fue a visitar a su padre–mi abuelo– para llevárselo a jugar a aquel país, pero éste no aceptó la propuesta, pues prefería un hijo con estudios universitarios. Con los años,...