Tiempo arácnido
Eramos niños de 8 años y traveseábamos entre las cosas viejas amontonadas en el sótano de la casa de mi gran amigo Iván. En eso una araña de patas largas y cuerpo diminuto hace su aparición. Como un acto reflejo atiné a mandarle un nervioso golpe pero Iván lo evitó,
- Tranquilo no la mates.- frené el leve nerviosismo evitando la muerte temprana del arácnido. Iván sacó una caja de fósforos vacía y con sumo cuidado la encerró y tiró la caja por algún recoveco.
Pasaron los años y mi viejo me anuncia:
- A partir del próximo año nos vamos a vivir a Lima.
Fue un shock para mí esa noticia. Ya me había acostumbrado a la vida en Trujillo, a su clima cálido matizado con sus grandes vientos y lo mejor mis grandes amigos del colegio Claretiano, del San Juan, de la GUE Sánchez Carrión, del Perpetuo Socorro, y por supuesto un gran amor formado en el San Vicente de Paúl y muchos recreos visuales con las muchachitas del Hermanos Blancos, el Santa Rosa, San José Obrero y no se me recientanlas bellezas de La Inmaculada. En fin, Trujillo me trataba bien y ya estaba decidido a estudiar Ingeniería Química o Literatura en la UNT. Pero bueno, teníamos que seguir la carrera del viejo. Así fue que ese año de tercero de media me fui como recogiendo mis pasos, visitando a cuanto amigo haya tenido. Cuando me tocó visitar a Iván en su vieja casa de la calle San Martín (regresé hace poco y ahora vi una tienda de arreglo de computadoras ¿qué será de la vida de Iván?¿dónde vives compadre?) En la tertulia recordábamos cuando de niños jugábamos por su casa.
- ¿Oe? ¿te acuerdas de la araña que atrapaste? - Me acordé del pobre arácnido.
- Puta que ya debe estar fosilizada ¿cuántos años han pasado? como siete.
- Ya no estará, seguro que habrán limpiado el sótano.
- La verdad que ni entramos al sótano ¿vamos a buscar la cajita?
Y fuimos. Habían telas de arañas acompañando el sueño de las cosas viejas, noté menos espacio y me pareció más reducido que cuando niño. Poco a poco fuimos descubriendo los años acumulados. Hasta que por fin encontramos la vieja cajita. La soplé para disipar el polvo. Con el dedo empujé la parte movible lentamente, no sin temor ante la mirada atenta de Iván. En eso vi una pata que se movía. Pensé que era un viento que jugaba con su inercia. Por instinto solté la cajita. Ya en el piso observamos como la araña salía por fin libre. Sentimos un arácnido reproche mirándonos boquiabiertos las caras. La araña se fue rauda a seguir su vida por el sótano.
- Tranquilo no la mates.- frené el leve nerviosismo evitando la muerte temprana del arácnido. Iván sacó una caja de fósforos vacía y con sumo cuidado la encerró y tiró la caja por algún recoveco.
Pasaron los años y mi viejo me anuncia:
- A partir del próximo año nos vamos a vivir a Lima.
Fue un shock para mí esa noticia. Ya me había acostumbrado a la vida en Trujillo, a su clima cálido matizado con sus grandes vientos y lo mejor mis grandes amigos del colegio Claretiano, del San Juan, de la GUE Sánchez Carrión, del Perpetuo Socorro, y por supuesto un gran amor formado en el San Vicente de Paúl y muchos recreos visuales con las muchachitas del Hermanos Blancos, el Santa Rosa, San José Obrero y no se me recientanlas bellezas de La Inmaculada. En fin, Trujillo me trataba bien y ya estaba decidido a estudiar Ingeniería Química o Literatura en la UNT. Pero bueno, teníamos que seguir la carrera del viejo. Así fue que ese año de tercero de media me fui como recogiendo mis pasos, visitando a cuanto amigo haya tenido. Cuando me tocó visitar a Iván en su vieja casa de la calle San Martín (regresé hace poco y ahora vi una tienda de arreglo de computadoras ¿qué será de la vida de Iván?¿dónde vives compadre?) En la tertulia recordábamos cuando de niños jugábamos por su casa.
- ¿Oe? ¿te acuerdas de la araña que atrapaste? - Me acordé del pobre arácnido.
- Puta que ya debe estar fosilizada ¿cuántos años han pasado? como siete.
- Ya no estará, seguro que habrán limpiado el sótano.
- La verdad que ni entramos al sótano ¿vamos a buscar la cajita?
Y fuimos. Habían telas de arañas acompañando el sueño de las cosas viejas, noté menos espacio y me pareció más reducido que cuando niño. Poco a poco fuimos descubriendo los años acumulados. Hasta que por fin encontramos la vieja cajita. La soplé para disipar el polvo. Con el dedo empujé la parte movible lentamente, no sin temor ante la mirada atenta de Iván. En eso vi una pata que se movía. Pensé que era un viento que jugaba con su inercia. Por instinto solté la cajita. Ya en el piso observamos como la araña salía por fin libre. Sentimos un arácnido reproche mirándonos boquiabiertos las caras. La araña se fue rauda a seguir su vida por el sótano.
Comentarios
Saludos...
Marcela.
Pero bueno, hay soppresas que uno ni se espera de la vida, como esta¡¡¡¡
Cuidate mucho.
Un abrazo.
Un abrazo.
Un beso y un abrazo enorme ingeniero.
Psta.- igual me divirtió mucho
son las multiples lecturas de la relatividad que puede tener el tiempo. lo maravilloso no es que estuviera viva esa araña, sino que aun existiera en la mente de sus carcelarios. la mente puede ser como esa cajita: letal para el olvido, habitable para el recuerdo.
saludos!
Cariños
Un abrazo.