La solución de Betico



Betico estudiaba en una de las grandes unidades escolares hoy llamados colegios emblemáticos: la Gran Unidad Escolar Pedro A Labarthe allá por los años 60’s. Su gran problema era su carácter travieso y la fiscalización de su madre que juntaba las “hazañas” del día para acusarle ante su padre que como juez y ejecutor automático de sentencias siempre caía en la monotonía de agarrarlo a chicotazos con un látigo de tres puntas. - Ay hijo tu padre es cada vez más salvaje para los castigos, ven que te curó tu espalda - su madre en medio de lágrimas. - Mamá no sé por qué lloras si tú misma eres la que me acusa. Si no quieres que me pegue pues no le digas nada al viejo. - A mí me duele más que a tí. Lo hago por tu bien para que te corrijas y seas un obediente hombre de bien. Betico no le encontraba lógica alguna a su madre pues ¿qué de malo y qué culpa tiene jugar pelota, ensuciar la ropa, gastar los zapatos o que te roben cuando vas a comprar? Volviendo al colegio. Betico era muy curioso, aunque burlón se sentaba adelante para atender mejor la clase. Era el inicio del año escolar y estaba entusiasmado con los profesores y los nuevos cursos. Cuando vio llegar al profesor de inglés no pudo resistir la risa. El tipo se apellidaba Gallo y su presencia estaba llena de particularidades: sus cabellos eran parados y simulaban una cresta, tenía una dentadura postiza la cual se sacaba para realizar el “repeat after me” y para colmo haciendo honor a su apellido verbalizaba unas variantes acústicas comúnmente denominadas “gallos”. - Jóvenes los maestros hemooos venidoooo para volcar en usteedes nuestro conocimiento. Y yoooo he sido reconocido como el profesor con meeejor pronunciación del país. - A la mierda si así está el mejor del país como estará el resto, estamos hasta las huevas - musitó Betico a Juancho su compañero de carpeta, vecino y mejor amigo. Justo en el momento de decirlo hubo una conspiración planetaria que silenció el mundo permitiendo que Gallo escuche perfectamente. - Por ser primeeeeera vez vaaaaya y siéntese atrás. Al próximo exabrupto lo expulso y mando a llamar a su padre o apoderado. Y el siguiente exabrupto no esperó mucho. Pues mientras el profesor borraba la pizarra y escribía las nuevas frases que pronunciar, alguien, cerca de Betico imitó un gallo: “ kiiiiiiiikirikí”. De inmediato cual agudo cazador el profesor volteó con rapidez como para poder ubicar las coordenadas precisas del origen de la onomatopeya. Todos los alumnos de la fila voltearon para visualizar al culpable incluyendo Betico quien no encontró más que una silenciosa pared. - Muy bien, guerra avisada nooooo tiene que matar gente. Retírese de mi clase y maaaañana venga con su padre o apoderado. Betico no dijo nada en su defensa. Recogió la boleta que le dio el brigadier del aula con la citación: apersonarse al día siguiente 7:30 am en la oficina del director con su padre o apoderado. Si se lo contaba a su mamá, de inmediato llegaría a oídos de su padre y era latigazo fijo. Tenía que pensar en algo. Caminando preocupado de regreso a casa por las calles de La Victoria faltando una cuadra para llegar, su mente todavía no le había dado ninguna solución. Ésta llegó de fuera, caminando sonriente. Era la tía Laura. - ¡Tía! ¡Buenas tardes ! - Buenas tardes Betico ¿Cómo estás? - Mal tía. - ¿Mal? ¿Por que? Y Betico le contó su tragedia. También le comentó la solución. - Tía, el colegio es muy grande y nadie conoce a mis papás, así que si usted se hace pasar por mi mamá me ahorraría una masacre. - Bueno Betico, por esta vez te voy a ayudar porque no eres culpable, pero no abuses, te conozco y sé que eres buen muchacho, pero un tremendo burlón. Aliviado Betico al otro día se levantó temprano. Fue a buscar a su tía y llegaron a tiempo a la oficina del director. Para esto, era la primera vez que Betico iba a ver de cerca al director. Su sección era la G y en la formación de los lunes o cuando había una ceremonia cívica lo veía muy lejano como un diminuto punto inalcanzable. La secretaria los hizo sentarse en una especie de salita de espera que eran sillas provenientes de carpetas recicladas. - Pasen por favor el director los espera. Al entrar el director era todo un personaje de película. Calvo con una pelusilla que flotaba como una especie de halo que vibraba con el paso del viento proveniente de la ventana, si Gallo tenía dientes postizos, el director no tenía casi dentadura sólo aparecían con timidez dos dientes uno en cada lado y en el medio por cada frase que decía sacaba la lengua como refrescando la encía aprovechando la ausencia de dentadura. Su voz era nasal y quizá por su ordenamiento dental tenía una voz españolizada. El director extendió la mano a la supuesta mamá de Betico pero a la vez que lo miraba a él. Y cuando extendió la mano para saludarlo su rostro hizo un ademán curioso mirando aparentemente a la mamá. El director sufría de estrabismo alternante: sus ojos se dirigían a cualquier dirección como si tuvieran vida propia, para poder mantener controlada su focalidad el director corregía con un movimiento de su cabeza que no correspondía precisamente con lo que se esperaría estuviera mirando. Mientras el director leía la hoja con la descripción de las faltas en la conducta de Betico para poner al tanto a la madre, éste movía la cabeza para enfocar el texto, sacaba la lengua entre los dos dientes y salpicaba una que otra gota de saliva que caían sobre el papel a la vez que succionaba sin éxito para evitar que se repita la aspersión. Ante ese espectáculo y la cara de sorpresa de la tía - madre que miraba a su sobrino - hijo boquiabierta, Betico no pudo reprimir más la carcajada que ya desde hace buen rato trataba de controlar. La tía Laura le palmeó suavemente el brazo exigiendo que se calme en lenguaje no verbal. Betico seguía. Cuando el director terminó, los miró extrañado. Y Betico no podía parar. La tía improvisó: - Ahhhh todavía te portas mal y te ríes de tus hazañas. Ahora vas a ver muchacho de mier…- y le estampó tremenda cachetada de ida- esto para que - otra cachetada de vuelta - aprendas a respetar- otra cachetada - a tus maestros - la de regreso. Las cachetadas iban y venían sin parar hasta que el director se interpuso entre ellos. - Ya está bien señora, cálmese. Creo que el muchacho ya se corrigió. - Disculpe señor director es que es un malcriado. - No hay que pegarles mucho a los muchachos señora, puede crearles problemas psicológicos, por favor llévelo al tópico a que le pongan hielo y desinfectante a las heridas. Damos por zanjado este tema. Ya de regreso de clases la tía Laura le hacía la guardia a Betico. - Disculpa sobrino no quise ser tan enérgica. - Resultó peor que mi papá, miré como me ha dejado el cacharro. - Y ¿qué querías que haga? ¡No parabas de reirte! - La próxima mejor le cuento a mi mamá. Usted es brava. - Creo que la próxima tendría que ir otra vez yo, pues ya me conocen como tu mamá. Betico tragó saliva y se quedó pensando qué diría en casa para justificar su malograda presencia. Jorge Atarama Sandoval

Betico tragó saliva y se quedó pensando qué diría en casa para justificar su malograda presencia.
(imagen extraída de https://www.forosperu.net/temas/tus-viejos-te-pegaban-cuando-eras-nino-a.954247/pagina-6)

Comentarios

esteban lob ha dicho que…
Historia a tono con la dureza de otros tiempos en las aulas y la falta de criterio que sobrevive.

Saludos.

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