La señora Elena y la magia de la responsabilidad


Recibí una llamada de la Sra Elena hace como dos años haciéndome pedidos de almohaditas para el dolor y el estrés. Al ir a entregarle su pedido conocí a una persona extraordinaria que con la compañía de una sonrisa andaba pendiente de que habilidades tenías y como podías usarlas para el bien común.
Me preguntó cuanto tiempo llevaba haciendo negocio y me animó a seguir con el ejemplo de tener 30 años atendiendo al público exitosamente con su Dulcería en La Victoria. Siempre está pensando en la creación de nuevas cosas, como satisfacer necesidades, las anota y te llama para darte sugerencias.
Su negocio lo desarrolla por las tardes pero cada mañana hace voluntariado en el Hospital Víctor Larco Herrera, que es un nosocomio estatal que brinda servicios especializados de prevención, promoción, tratamiento, recuperación y rehabilitación en psiquiatría y salud mental a la población.
En esa labor de voluntariado conoció a pacientes siquiátricos llamándole la atención una de ellas a quien llamaremos Octavia, quien padecía un alto grado de agresividad que la hacía imposible el manejarse con el resto de los pacientes.
Elena se propuso sacarla adelante. Octavia había sido abandonada por sus familiares y era prácticamente un caso perdido. Los médicos le comentaban la imposibilidad de su recuperación: "Elena, usted ¿qué podría hacer? no tiene los estudios y no sabe a lo que se mete" . Ella, en su diálogo interno se decía lo que nos dice a todos los que la conocemos un poco "si me propongo algo se logra lo propuesto". Después de 5 años de dedicación con Octavia, pendiente para gestionar sus medicinas, tratamientos en otra institución como el Centro Ann Sullivan del Perú (CASP) el diálogo permanente, la formación de un grupo dentro del hospital conformado por otros pacientes, creándole un ambiente de familia a su alrededor a hecho que la recuperación de Octavia pase los límites del asombro, siendo ya un caso de estudio y reconocimiento, a tal punto que Elena recibió la felicitación de Javier Pérez de Cuéllar, otrora Secretario General de las Naciones Unidas quien le dijo "yo no hubiese podido lograrlo" halago para Elena venido nada menos de quien logró el alto al fuego de la guerra que por años libraban iraníes e iraquís. Hoy Octavia trabaja en una empresa de comida rápida y es una persona productiva pero siempre bajo la atenta mirada de su "familia" adoptiva.
Este emocionante caso me trae a reflexionar sobre algo que aprendí en el curso de El Arte de Vivir alli se nos dice: "Cuando tomas responsabilidad las habilidades y recursos llegan a ti" Elena tomó la responsabilidad de Octavia y pese a las críticas las habilidades y los recursos llegaron. Otro detalle para la reflexión es la importancia de un entorno familiar, el saber que hay alguien que se preocupa por ti, o mejor que se ocupa de ti. Estos casos hermosos son formas de ir descubriendo la esencia de amor del cual está hecho el universo. Gracias a la vida por presentarme figuras como la señora Elena.

Comentarios

Pilar Cama ha dicho que…
Qué linda la Sra. Elena, un testimonio en vida de la responsabilidad. La tomaré de ejemplo en el curso que empieza mañana.

Grande Elena!
Grande Jorge!
Raquel Sotelo ha dicho que…
Gracias Jorge por encender la maravillosa chispita del servicio y por esta historia que es un ejemplo de lo que se puede hacer con la voluntad y constancia impregnada de AMOR.
Gracias querida Elena por tu ejemplo de vida.
esteban lob ha dicho que…
Hola Jorge:

De vez en cuando surgen mujeres tan excepcionales como la señora Elena.

Un abrazo.
Anónimo ha dicho que…
Hola Jorge:

Sin ser creyente ni esotérico, creo en el poder de la mente, las buenas relaciones y en el trabajo concentrado y no remunerado (tengo varios).

Si el trabajo da salud, que trabajen los enfermos, decía un antiguo chiste.

Pero hay mucho de cierto en esto: hoy es más recomendable moverse que guardar cama en muchos casos (incluso de lesiones) y que los jubilados sigan trabajando en lo que les gusta.

La terapia ocupacional ya no es algo abstracto: el trabajo concentrado (el del artista, por ejemplo, o el de la madre o padre que cocina para su familia con gusto) remunera más y de forma más diversa que el dinero que se podría recibir por él.

Interesante que por acá en Europa, al borde de una suspensión de pagos, "nadie" piense en este tipo de cosas.

Saludos desde Alemania
HjV

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