La Viuda Negra

Cuando niño realizábamos en familia constantes viajes de Lima a Trujillo y viceversa, para efectos de mayor rapidez tomábamos en el parque universitario unos autos que ahora por sus grandes dimensiones llamamos en Perú "lanchas" mi madre me hacía viajar adelante pues siendo muy conversador acompañaba al chofer todas las 8 horas que dura el trayecto evitando así que éste caiga en un fatídico sueño.
Ya casi para llegar a Trujillo había una zona descampada y desértica donde siempre los choferes me decían que era la zona de la Viuda Negra.
Cuentan que cuando ella ve un chofer que viajaba solo se presentaba pidiendo un aventón. Al verla inofensiva y a la vez atractiva con su traje negro, falda alta y sugestivas pantys negras (esto me lo imagino, puesto que para los choferes bastaba con decir que estaba buenaza y que tenía unas piernasas) sentían tal peculiar sensación de confianza que era irresistible el no parar. Una vez ya en el auto empezaba la conversación donde ella narraba su desdichada vida, pues sufría la reciente pérdida de su amado esposo. Todo esto lo contaba acompañando el relato con un periódico cruce de piernas provocando más de una distracción en el comando del volante. A partir de allí la historia tiene varios finales.
La viuda negra pide que se le lleve al cementerio de Miraflores en Trujillo, una vez allí se baja no sin antes sacar una pequeña joya o una prenda de vestir como una chompa, chalina, etc y se la dá al chofer pidiéndole que se la lleve a una dirección, un pretexto puede ser pagar los servicios prestados, otro pretexto el reencuentro producto de una nueva amistad (que puede llegar a más), lo cierto que bajo los más diversos pretextos el curioso chofer va a la dirección mencionada por la Viuda Negra y se da con la sorpresa de encontrar a un familiar de ella que le explica que hace ya algún tiempo (1 año, 20 años, etc.) esta falleció y le muestra fotos que concuerdan con la imagen vista. Otro final de la historia -el más trágico- es la desaparición misteriosa del chofer que curiosamente, como está solo, no se tiene noticias nunca más de él. El primer final de la visita a la casa de la occisa se repite en la región de La Libertad en Perú cada cierto tiempo existiendo el paraje de la Viuda Negra ya mencionado en la entrada sur de Trujillo, y también al norte de Trujillo en una pequeña y acogedora ciudad llamada Ascope. Desde niño leía el periodico trujillano "Satélite" (hoy modernizado en su internacional formato digital www.prensaescrita.com/diarios.php?codigo=PER&pagina=http://www.laindustria.com/satelite ) que cada cierto tiempo entrevistaba a un chofer solitario que había sido seducido y posteriormente sorprendido por el misterio de la guapa mujer que al parecer se llena de energía producto del susto de hombres que la ayudan a reforzar su casi perdida personalidad evitando que muera del todo.
Jorge Atarama Sandoval

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