Huaccaña

Una noche en que la luna llena alumbraba la planta industrial donde laboro, sorprendí a Abilio -un compañero de trabajo -observándola con nostalgia y me dijo "en mi pueblo la luna es más grande pero esta que veo me la hace recordar" al ver la satisfacción que despedí al escucharlo no paró de remembrar las más insólitas historias de su pueblo: Huaccaña.
Para envidia de los que vivimos en grandes urbes cabe preguntarse ¿que le falta a Huaccaña? Huaccaña tiene quebrada, montaña, río, cielo azul, frutales, verduras, ganado, animales y gente. Dentro de la gente existen de dos tipos que conviven viéndose sin tocarse: Los hurtos que algunos llaman kukus que los del pueblo los ven con facilidad y que algún forastero de mente limpia también puede verlos y los que se hacen llamar vivos. En Huaccaña es permanente el contacto entre esos dos mundos: el de los vivos y el ukhupacha que viene a ser el camino que recorren los difuntos, camino que justo pasa por el pueblo y sus alrededores. En sus historias Abilio me menciona que los Hurtos nunca miran directamente, pasan cabisbajos flotando por tu lado o frente a ti, aveces los sientes respirando por tu nuca y a diferencia de los hurtos limeños estos no desaparecen sino que se dejan ver pero siempre evadiendo la mirada. Los parajes que unen los diferentes pueblos aledaños a Huaccaña encierran miles de sorpresas. Si caminas por las noches nunca lo hagas entre la 1 y las 4 de la mañana pues puede aparecer un gringo con su poncho blanco y su sombrero de alas anchas (la similitud a los chalanes -aquellos que montan caballos de paso- es asombrosa) que sin mirarte se te acerca y te dice: "tranquilo no va a pasar nada". Si tomas demasiado en una fiesta costumbrista es mejor quedarse durmiendo en una casa del pueblo pues en pleno camino de regreso puedes ser latigueado y pateado por unos pequeños kukus que te hacen sentirte masacrado y despojado de tus pertenencias pero que al día siguiente amaneces sin que te falte nada y sin magulladura alguna, haciendote creer falsamente que todo fue un sueño. Si ves una luz como un arco iris pero de un solo color (blanco) en plena madrugada sería bueno que prendas un cigarrillo que te proteja pues corres el riesgo de desaparecer y aparecer en una ciudad donde viven unos hombres altos y blancos, son pocos los que han regresado de aquel lugar para contarlo.
Lo más humano de Huaccaña es el respeto hacia los animales, si bien los comen les rinden un ritual antes de hacerlo y en las corridas de Toros que se hacen una vez al año nunca matan al animal, incluso si resulta bravo un año hablan con el dueño para asegurarlo para el siguiente, además que los invitados de otros pueblos vecinos también pueden animarse a llevarlo a que muestre su bravura en otros ruedos. Pero existe un ritual muy importante antes de llevarlo a la corrida: el pago a los Apus. El pago consiste en pedirle permiso a un espíritu muy especial en los andes peruanos: los apus. Para ello se toman pequeñas cantidades de hojas de coca, cigarrillos, caramelos, etc y se entierran como ofrenda (si lo vas a hecer es mejor consultar al hombre especialista en estos ritos en el pueblo a quien denominan Curioso). El dueño de ganado para conservarlo libre de enfermedades y protegido de los abigeos anualmente tiene que realizar un pago al Apu. Si quiere llevar un toro a la corrida tiene que realizarse otro pago antes de llevarlo. El toro que es cuidado por el apu va a ir a la plaza pacíficamente y recien se va a poner bravo dentro. Pero ¿que pasa si no se realiza el pago? el toro se pone tan bravo que incluso se escapa de la plaza y se a contado un par de difuntos por año por dueños de toros que no han realizado el ritual o no lo han hecho adecuadamente. Cuando el pago esta bien hecho el toro que escapa de la plaza regresa solo a su establo de lo contrario solamente puede ser controlado por la muerte. Cuando no se ha realizado bien el pago el viento sopla formando ciertos remolinos extraños, de esa forma los más viejos del pueblo se dan cuenta que las posibilidades del torero son pocas. Muchos toreros al ver que la plaza estaba extrañamente más llena y con los más ancianos presentes han desistido de torear pues se ha visto que la muerte es segura para el torero en esas condiciones. Los habitantes de Huaccaña los llenan de improperios para animarlos a entrar al ruedo por un inconfesable deseo cruelmente humano de ver sangre de torero en el ruedo. La magia de Huaccaña esta al alcance de todos queda en Perú departamento de Ayacucho a 6 horas a pie de Vilcashuaman y 2 horas en auto en carretera afirmada.

Comentarios

Gonzalo Del Rosario ha dicho que…
Este verano visito Huaccaña.
Anónimo ha dicho que…
huaccaña es mi pueblo querido me parecio muy interesante tu relato y te cuento que es verdad todo lo que mencionaste ..saludos

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