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De cualquier malla sale un ratón

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  La gata con ese orden que tienen los gatos a las 5 de la mañana nos recordó que el mundo está vivo y no quiere perdérselo. Ella no entiende feriados ni días particulares. Yo ya quisiera. La rutina siguió el curso, después de poner comida fresca a la compañera felina, limpiar su baño, seguir con el aseo propio y eliminados los desechos metabólicos más densos, me puse a ver los ingredientes para prepararme el desayuno. Comprado el pan, recogido los potes vacíos de los gatos callejeros (que sin frugalidad alguna dejan limpio sin rastro alguno que hubo comida allí hace unas horas), pasado el café, picados los champiñones, la cebolla y el tomate. Revuelto los huevos con sal y avena para darle cuerpo, freído todo, nunca pensé que en minutos iba a pensar que era lo último que iba a comer. Abrí la hoja de la puerta de entrada para que entre aire y la gata entre y salga a su gusto, prendí el televisor para ver las noticias en algunos canales de YouTube –donde están los mejores periodistas–,

Arenas movedizas de información

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  Un amigo y excompañero en la facultad de química de la universidad de San Marcos, me llama para preguntarme sobre algún secreto para disolver en agua el lauril éter sulfato de sodio, más conocido por el nombre comercial de Basf como Texapon. Recordé que ese problema ya lo tengo resuelto hace algunos años atrás, le expliqué el método, pero decidí fundamentar la explicación con el documento de donde saqué la información que no era más que la hoja técnica del producto.  Al hacer la búsqueda me di con la sorpresa que tal documento ya no era fácil de hallar. Proliferaba una hoja técnica simplona pero efectiva para la documentación que muchas veces se exige como complemento para respaldar normas de calidad. Casi todas las fábricas habían copiado aquella hoja técnica suficiente para la norma, para el protocolo formal, insuficiente para el curioso, para el que necesita trabajar con el producto o crear novedades. La hoja técnica original, con valiosa información, había sido desplazada por la

Los faites octogenarios

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  Mi padre creció desde finales de los 50 hasta mediados de la década del 60 en el distrito de La Victoria en Lima, en el barrio de El Porvenir, cuenta que para poder sobrevivir en ese ambiente tenía que pelearse continuamente. Todo empezó cuando iba a comprar a la tienda y sufría constantes arrebatos de niños más grandes. Así, con la asesoría y entrenamiento de mi abuelo Pío fue ganándose un lugar de respeto en el barrio a punta de golpes y partidos de fútbol llegando hasta a ganar el famoso torneo de fulbito llamado el “Mundialito”. Ahora con sus más de 80 años suele sentarse a conversar en una banca en el parque Julio C. Tello en la urbanización San Roque donde tiene su mancha de entrañables amigos a los que clasifica en base a su edad sub 60, 70, 80 y 90 años. Al grupo le denominan “El club de los pájaros caídos”.  La tranquilidad del club se interrumpió cuando de un momento a otro aparecieron en el parque un grupo de retirados de la Fuerza Aérea del Perú, entre ellos un –según mi

Tres historias felinas

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Napoleón III Corría el año 1986 y por costumbre los muchachos de la cuadra solíamos conversar en la reja fuera de casa en la urb. Salamanca en Ate, en medio de la tertulia apareció un gatito extremadamente flaco,  de color blanco, empezó a maullarnos y entre los amigos estaba Nano, un estudiante de medicina veterinaria, al verlo diagnosticó: –Pobrecito, está en un grado extremo de desnutrición, un mes más y se muere. –Un momentito ¿y si le doy de comer? –Igual, mira cómo se le ven las vértebras, así le des de comer, es irreversible. Entonces entré a casa y le comenté a mi papá la situación, proponiéndole que ya que le queda un mes ¿por qué no hacer que ese mes coma bien? Yo no estaba en condiciones económicas como para poder financiar el proyecto, pero mi papá sí. –Está bien, pero tenlo solo en el patio de afuera. Le dimos leche (en aquella época no se sabía que el 80% de gatos son intolerantes a la lactosa, tampoco el pobre gatito estaba para exquisiteces), le pusimos a solicitud de P

El cantante incomprendido

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  Era diciembre del año 1991, mi papá –quien trabajaba en Entel Perú– sabiendo de mis gustos por las peñas criollas y mi escasez económica, me obsequió para que vaya con mi pareja unas tarjetas para una fiesta criolla que incluía comida y bebida en el local de la comunidad de trabajadores. El local quedaba en el parque Butters en Barranco y la fecha era poco antes de navidad. El grupo musical estaba dirigido por el guitarrista Julián Jiménez más conocido como "Manos de oro" el saber esto con mi pareja de aquella época nos alegramos pues conocíamos las virtudes de este guitarrista porque lo habíamos disfrutado en el aniversario del distrito de San Borja acompañando a la grata revelación del momento, el cantante Jorge Luis Jasso. El cierre del evento prometía porque era la despedida de un cantante —a quién todavía no habíamos escuchado —llamado Juan Cordero quien había obtenido nada menos que un jugoso contrato en Francia y cantaría diciéndole adiós a la patria que tuvo a bien

Conchatel, su cooperativa de confianza

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  Llegó como todos los meses a la ventanilla de su cooperativa de ahorro y crédito de confianza, hoy denominada por el cariño de sus ahorristas Conchatel.  —Buenas tardes, vengo a recoger los intereses de mi plazo fijo por favor. —Lamentablemente, por orden de la directiva usted está impedido de cobrar sus intereses. —¿Y por qué estoy impedido? —Porque en la magna asamblea de socios se ha tomado la decisión que todo aquel ahorrista que tiene plazo fijo tendrá que hacer un aporte obligatorio equivalente al 10% del monto ahorrado. —¿Perdón? ¿Cómo dice? Déjeme entenderle, pongo mi dinero aquí, ¿y ahora, yo tengo que pagar? —Así es, le hemos enviado una carta notarial para que se dé por enterado. Al parecer todavía no le ha llegado. La buena noticia es que estamos dando facilidades para que lo pague en 10 cuotas mensuales —el tipo vio las cuentas, calculó rápidamente y le dio el monto mensual que tenía que pagar.  —Un momentito, según el cálculo la cuota mensual es mayor a la de mis intere

La candidata

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  Cuando después de las elecciones veo que los candidatos derrotados empiezan a esgrimir quejas de fraude, recuerdo a una vecina candidata al congreso que me pedía con insistencia mi voto. Para ahorrarle energía le seguía la corriente y le dije una frase clásica “que no se preocupe por mí”, indudablemente no iba a votar por alguien cuya única propuesta proselitista era el ser mi vecina. Después de las elecciones del 2000 donde los observadores y auditores internacionales se retiraron –igual como en los casos más actuales como Nicaragua y Venezuela-, manifestando que no había garantía alguna en el proceso. Después de aquel funesto 2000 las elecciones en el Perú se han dado con una transparencia nunca vista a lo largo de su historia. Para mí es una maravilla no solo ir a votar sino el poder ver por la página web de ONPE los resultados de mi mesa y de cualquier mesa dentro del territorio nacional e internacional, el acta escaneada, la firma de los miembros con suma transparencia sin tener